por Alberto Zorrilla
El amor, como el aire, lo disfrutamos de dos formas diferentes, cuando lo recibimos y cuando lo damos, cuando lo inhalamos y cuando lo exhalamos. El amor siempre nos produce alegría cuando fluye a través de nosotros, pero nos hace disfrutar de dos formas distintas.
En el primer caso para poder disfrutar dependes de la persona que te da afecto, en el segundo sólo dependes de ti. El primer caso es el amor dependiente, el segundo el amor libre.
El amor dependiente y el miedo a que te dejen de querer siempre van
juntos. Es un sentir que es mitad amor y mitad miedo, por eso es tan intenso. Es lo que llamamos enamoramiento. Es intenso pero tiene los días contados... y cuando se va nos deja resacosos.
juntos. Es un sentir que es mitad amor y mitad miedo, por eso es tan intenso. Es lo que llamamos enamoramiento. Es intenso pero tiene los días contados... y cuando se va nos deja resacosos.
El amor libre sin embargo es sólo amor, amor incondicional. Nadie ni nada te puede separar de él. Al principio parece menos apetecible porque se siente con menos intensidad, pero sin embargo es eterno y no tiene efectos secundarios.
Puedes amar a una persona que no te ama, o a una persona que ya no está, puedes amar a cualquiera, a todos y a todas las personas de tu vida.
No tiene límites ni barreras y es indestructible porque no depende más que de sí mismo para existir.
Amor dependiente y amor libre, amor, amor, no sé porqué usamos la misma palabra para hablar de cosas tan distintas.
En castellano tenemos las palabras querer y amar que son distintas por algo, las usamos como sinónimos pero no lo son.
Te quiero expresa deseo de posesión, te quiero para mí. Te deseo. Deseo tu afecto, tu compañía, tu cuerpo, tu reconocimiento...
Te amo quiere decir que te mando amor. Estés donde estés y sientas lo que sientas por mí. Puedes estar enamorada de otra persona que eso no cambia mi amor hacia ti.
Querer y amar son tan distintos como pedir y dar. Y todos hemos usado los dos alguna vez. Pero no son sinónimos.
En el capítulo La cocina mágica del libro La maestría del amor Miguel Ruiz lo explica muy bien, dice que dentro tenemos una cocina capaz de cocinar amor ilimitadamente, que no necesitamos depender del amor que, como comida rápida de peor calidad, nos pueda ofrecer otra persona.
Mi maestro de Yoga nos contó un día que somos como mendigos pidiendo unas pocas monedas de cobre cuando realmente estamos sentados encima de un cofre lleno de oro, pero todavía no nos hemos dado cuenta.
Gracias a personas tan sabias como ellos, cuando siento que falta amor en mi vida ya sé que no es porque me falte novia, o porque la que tenga no me quiera suficiente, ahora sé que es porque no estoy amando lo suficiente mi vida, a otras personas o a mi mismo.
Y el amor va y viene y lo sigo buscando, pero ahora lo busco dentro de mí.
Caliente, caliente,...
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