MANTRAS: PALABRAS PODEROSAS CONTRA EL EGO.
Un eremita vivía a la orilla del río. Era alimentado por una lechera que todos los días le regalaba leche para su manutención. El eremita había concedido un mantra a la buena mujer y le había dicho:
--Repitiendo este poderoso mantra puedes ir a través del océano de la existencia.
Pasó el tiempo. Cierto día en que la lechera iba a cruzar el río para llevar la leche al eremita, llovió torrencialmente y las aguas del río se desbordaron. No había manera de pasar el río en barca. La mujer recordó lo que había dicho el eremita: “Repitiendo este poderoso mantra puedes ir a través del océano de la existencia”. Y se dijo a sí misma: “Y esto sólo es un río”. Repitió interiormente el mantra con mucho amor y motivación y comenzó a caminar sobre el agua hasta llegar donde estaba el eremita. Al verla, éste, muy extrañado, preguntó:
--¿Cómo has podido llegar hasta aquí si el río se ha desbordado?
La mujer repuso:
--Como me dijiste que con el mantra que me entregaste podía atravesar el océano de la existencia, pensé que sería mucho más fácil cruzar el río.
Recité el mantra y lo pasé caminando sobre las aguas.
Al escuchar esta explicación, el eremita se llenó de vanidad y pensó: “!Qué grado de evolución debo tener cuando la lechera ha podido hacer esta proeza con mi mantra!” Días después, el eremita tenía que ir a la ciudad. Las lluvias monzónicas no habían cesado y el río continuaba desbordado. El eremita pensó que no había ningún problema. Si el mantra había funcionado con la lechera, ¿cómo no iba a funcionar con él?
Empezó a repetir el mantra y se lanzó a las aguas del río. Automáticamente se hundió hasta el fondo y pereció.
*El Maestro dice: El ego es la muerte de lo más real que hay en uno mismo. No libera, esclaviza y ahoga.
sábado, 27 de abril de 2013
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domingo, 21 de abril de 2013
"EL PROBLEMA NÚMERO 84." (Sabemos afrontar crisis?)
Una vez un hombre vino a ver al Buda porque había oído que el Buda sabía como solucionar los problemas. El hombre tenía más dificultades de las que él podía soportar, así que se arrodilló y le suplicó, “Señor, mi vida no es nada más que conflictos y sufrimientos. Ayudame a encontrar la paz.”
El Buda sonrió. “Hermano, dime cuál es el problema.”
“Yo soy un campesino,” dijo el hombre, “un buen campesino. Disfruto trabajando en la labor. Pero siempre hay un conflicto con el clima. Algunas veces no llueve suficiente y mi cosecha se muere, entonces mi familia no tiene nada que comer. Otras veces llueve mucho y mi cosecha se malogra, y mi familia casi se muere de hambre. No importa lo que yo haga, mi vida no me trae nada más que ansiedad.”
El Buda escuchó con paciencia como el hombre continuaba.
“Yo tengo una esposa y dos hijos. ¡Los amo a todos, pero algunas veces ser esposo y padre, es nada más que dolores de cabeza! Mi esposa siempre me reprende tanto que aunque viva hasta los cien años, ¡no tendría tiempo para imaginarme todo lo que ella quiere de mí! ¡Y mis hijos! Ellos comen mi comida y gastan mi dinero, pero no respetan ni a mí ni a la tierra. Ellos vagabundean, de manera inútil y egoísta.
El Buda movió la cabeza.
“¡Y entonces, están mis vecinos! Éste me roba el agua; aquél coloca su cerca en mi propiedad. El otro camina su ganado a lo largo de mi propiedad. Y el peor de todos, tiene un hijo idiota que está enamorado de mi preciosa hija. No puedo trabajar en mi cosecha sin tener que discutir con uno de ellos acerca de algo.” El hombre continuó de esta forma, describiendo en detalle todos sus problemas. Después de una hora más o menos, él estaba casi en lágrimas, y muy agitado al hablar. Él inclinó su cabeza y esperó que ‘El Iluminado’ hablara las palabras que terminarían con su sufrimiento.
El Buda dijo, “Hermano, lo siento mucho. No puedo ayudarte.”
El hombre no lo podía creer. “¿Qué quiere usted decir, que no puede ayudarme?” Y entonces, disgustado, se puso a renegar. “¿De qué sirve usted si no puede ni siquiera decirle a un simple campesino como mejorar su vida?” Entonces se paró para irse. El Buda respondió, “Es verdad que no puedo ayudarlo. Y no creo que alguien más pueda hacerlo. Pero quizás yo le pueda decir como obtener ayuda de una persona que puede ayudarlo... usted mismo.”
El campesino se sentó y escuchó.
“A usted,” dijo el Buda, “y a todos y cada uno que nacen en este mundo del Samsara les ha sido dado ochenta y tres problemas. Usted trata con ellos lo mejor que puede. Ya sea si meramente los sobrevives o si los trabajas constructivamente para resolverlos, encuentras que tan pronto solucionas uno, otro instantáneamente surge y toma su lugar. Así es la vida.”
El campesino consideró esto. “Si,” dijo él, “pero, ¿podemos resolver los Ochenta y Tres problemas en el tiempo de esta vida?”
“Ah”, dijo el Buda, “ese es el problema. Una vez solucionados, ellos no se mantienen así. Ellos continúan regresando, algunas veces en diferentes lugares y otras veces con diferentes personas.”
“Entonces, ¿nunca seré feliz? ¿Estos Ochenta y tres problemas me seguirán incluso hasta la tumba?” De repente el campesino se enfureció. “¿Qué clase de enseñanza es ésta? ¿Qué voy a hacer ahora?
“Bien,” dijo el Buda, “Puedes resolver el problema Octogésimo Cuarto (Ochenta y Cuatro).”
“¡Oh, maravilloso!”, dijo el hombre sarcásticamente. “¡Ahora tengo Ochenta y CUATRO problemas! ¿Y cuál puede ser ese problema?”
“El problema Octogésimo Cuarto” replicó el Buda, “es decidir no tener ningún problema.”
El Buda sonrió. “Hermano, dime cuál es el problema.”
“Yo soy un campesino,” dijo el hombre, “un buen campesino. Disfruto trabajando en la labor. Pero siempre hay un conflicto con el clima. Algunas veces no llueve suficiente y mi cosecha se muere, entonces mi familia no tiene nada que comer. Otras veces llueve mucho y mi cosecha se malogra, y mi familia casi se muere de hambre. No importa lo que yo haga, mi vida no me trae nada más que ansiedad.”
El Buda escuchó con paciencia como el hombre continuaba.
“Yo tengo una esposa y dos hijos. ¡Los amo a todos, pero algunas veces ser esposo y padre, es nada más que dolores de cabeza! Mi esposa siempre me reprende tanto que aunque viva hasta los cien años, ¡no tendría tiempo para imaginarme todo lo que ella quiere de mí! ¡Y mis hijos! Ellos comen mi comida y gastan mi dinero, pero no respetan ni a mí ni a la tierra. Ellos vagabundean, de manera inútil y egoísta.
El Buda movió la cabeza.
“¡Y entonces, están mis vecinos! Éste me roba el agua; aquél coloca su cerca en mi propiedad. El otro camina su ganado a lo largo de mi propiedad. Y el peor de todos, tiene un hijo idiota que está enamorado de mi preciosa hija. No puedo trabajar en mi cosecha sin tener que discutir con uno de ellos acerca de algo.” El hombre continuó de esta forma, describiendo en detalle todos sus problemas. Después de una hora más o menos, él estaba casi en lágrimas, y muy agitado al hablar. Él inclinó su cabeza y esperó que ‘El Iluminado’ hablara las palabras que terminarían con su sufrimiento.
El Buda dijo, “Hermano, lo siento mucho. No puedo ayudarte.”
El hombre no lo podía creer. “¿Qué quiere usted decir, que no puede ayudarme?” Y entonces, disgustado, se puso a renegar. “¿De qué sirve usted si no puede ni siquiera decirle a un simple campesino como mejorar su vida?” Entonces se paró para irse. El Buda respondió, “Es verdad que no puedo ayudarlo. Y no creo que alguien más pueda hacerlo. Pero quizás yo le pueda decir como obtener ayuda de una persona que puede ayudarlo... usted mismo.”
El campesino se sentó y escuchó.
“A usted,” dijo el Buda, “y a todos y cada uno que nacen en este mundo del Samsara les ha sido dado ochenta y tres problemas. Usted trata con ellos lo mejor que puede. Ya sea si meramente los sobrevives o si los trabajas constructivamente para resolverlos, encuentras que tan pronto solucionas uno, otro instantáneamente surge y toma su lugar. Así es la vida.”
El campesino consideró esto. “Si,” dijo él, “pero, ¿podemos resolver los Ochenta y Tres problemas en el tiempo de esta vida?”
“Ah”, dijo el Buda, “ese es el problema. Una vez solucionados, ellos no se mantienen así. Ellos continúan regresando, algunas veces en diferentes lugares y otras veces con diferentes personas.”
“Entonces, ¿nunca seré feliz? ¿Estos Ochenta y tres problemas me seguirán incluso hasta la tumba?” De repente el campesino se enfureció. “¿Qué clase de enseñanza es ésta? ¿Qué voy a hacer ahora?
“Bien,” dijo el Buda, “Puedes resolver el problema Octogésimo Cuarto (Ochenta y Cuatro).”
“¡Oh, maravilloso!”, dijo el hombre sarcásticamente. “¡Ahora tengo Ochenta y CUATRO problemas! ¿Y cuál puede ser ese problema?”
“El problema Octogésimo Cuarto” replicó el Buda, “es decidir no tener ningún problema.”
Esta parábola es la mejor manera de expresar que LA VIDA es consustancial con los problemas y como las fases de un diamante, de igual manera hay múltiples formas de verlos y afrontarlos. Estas van desde el más absoluto bloqueo (que podríamos llamar conejo), hasta el caos absoluto (que podemos llamar turbulencias). La falta de problemas es incompatible con la vida. El sufrir porque existen los problemas es un gran problema. A eso se refería Buda al responderle a este buen hombre que podía solucionarle el problema 84 que es el no aceptar una vida con problemas.
Ahora vivimos tiempos convulsos y llenos de incertidumbre, que a los problemas cotidianos y familiares de cada uno de nosotros, nos agrega la pesada carga de los problemas originados por la ruptura del sistema dentro del cual nos ha tocado vivir. Estamos inmersos e en la vorágine de tiempos de cambios. Pero aquí es donde viene la buena noticia.: "ESTE CAMBIO ES NECESARIO", "ESTE CAMBIO ES POSITIVO". El lastre de llevar haciendo las cosas mal durante generaciones ha generado el peso que está resquebrajando unos cimientos que ya no soportaban más y que pedían a gritos una nueva visión de las cosas. Es aquí en donde podemos hacer las cosas de manera tal que nos faciliten a los que nos rodean y por ende a nosotros, en última instancia, este trayecto hacía algo mejor.
La libertad no debe entenderse como “poder hacer lo que queremos”, sino “tener menos necesidad de hacer por nosotros y más por los demás”. Este esfuerzo se convierte en “energía gozosa”, virya, que fecunda las situaciones, que las enriquece. Eduardo Velásquez, autor de un ensayo sobre el budismo y la crisis económica, lo ha dejado muy claro de forma magistral. Estas sabias palabras deberían ser meditadas por todos, incluidos los economistas que buscan una explicación a la crisis que estamos viviendo:
"Si pensamos que antes estábamos mejor, estamos equivocados; estábamos peor; estábamos creando las causas que nos han traído al presente. Si en diez años estamos mejor,es porque lo que hacemos hoy es mejor de lo que hicimos hace diez años. Si no entendemos esto, si no entendemos que la causa es más importante que el efecto, no podremos aprender en forma inteligente. Para cambiar el efecto hay que cambiar la causa, hay que entenderla. Tratar de cambiar el efecto, de curar el síntoma sin ver la enfermedad, es no haber aprendido lo que hay que aprender. (sic) La sabiduría mundana nos dice que para entender la historia debemos mirar el dinero, riqueza, la economía; la sabiduría budista nos dice que debemos mirar el karma. Un cambio en el sistema económico no cambia necesariamente la dinámica de las relaciones humanas. De la misma forma debe proceder el cambio, del nivel más sutil al más burdo, o de arriba hacia abajo, si se quiere. Si la conciencia en la clase “dirigente”, la clase que genera las ideas, no cambia, no puede cambiar el campo en el que ella ejerce su influencia, en el que dicta su ley. Mientras nuestras vidas estén regidas por la ignorancia, por el deseo de alcanzar nuestra felicidad en forma egoísta, no habrá sistema posible que haga verdadera justicia".
“Un gran descubrimiento resuelve un gran problema, pero hay una pequeña partícula de descubrimiento en cada problema.” Y, este es el acercamiento Budista: comprender los problemas, grandes y pequeños, buscado en cada uno de ellos la pequeña semilla del descubrimiento. Hay un gran goce en solucionar un problema cuando vemos ese problema como el origen mismo de su propia solución.
Nosotros estamos propensos a perder la perspectiva. Vemos un obstáculo y estamos ciegos al hecho de que es, en estar vivo y en ser capaz incluso de ver el obstáculo, lo que nos da la habilidad para vencerlo.
“Un gran descubrimiento resuelve un gran problema, pero hay una pequeña partícula de descubrimiento en cada problema.” Y, este es el acercamiento Budista: comprender los problemas, grandes y pequeños, buscado en cada uno de ellos la pequeña semilla del descubrimiento. Hay un gran goce en solucionar un problema cuando vemos ese problema como el origen mismo de su propia solución.
Nosotros estamos propensos a perder la perspectiva. Vemos un obstáculo y estamos ciegos al hecho de que es, en estar vivo y en ser capaz incluso de ver el obstáculo, lo que nos da la habilidad para vencerlo.
CONFÍA...confía una vez más, te acompañamos en este proceso de aprendizaje que llamamos VIDA y te recordamos desde IAMTHIS día tras día, que TU ERES ESO;
TU ERES ESO QUE TE DA LA VIDA, UN PODER INCONMENSURABLE DE INFINITAS POSIBILIDADES, SALUD, ARMONÍA, SABIDURÍA, OMNISCIENTE, OMNIPOTENTE, OMNIPRESENTE.
TU ERES UNO CON EL PODER INFINITO CREADOR DE GALAXIAS Y UNIVERSOS.
TU ERES ETERNO y DIVINO.
Te invitamos a realizar la siguiente meditación guiada, "LA REVOLUCIÓN DEL AMOR":
Meditación guiada para encontrar los caminos para comenzar a cambiar nuestro mundo. Pero ese gran cambio comienza en nosotros, en la percepción que tenemos del mundo. La revolución del amor es dar amor sin esperar nada a cambio, concentrándonos en encontrar la paz en nuestro corazon. http://www.iamthis.es
Cada día dedicamos unos minutos a cerrar los ojos y a llevar la atención a la respiración y al corazón donde reside TU PODER:
Te invitamos a salir de la mente condicionante cada día unos minutos..¿Cómo lo haces?, pon tu atención en la respiración, sólo por unos minutos.
Este simple acto diario te llevará a sentir más Paz y más felicidad.
A través de nuestra web www.iamthis.es puedes acceder a meditaciones guiadas que te ayudarán a conectar con este espacio Sagrado en pocos minutos.
Te damos la mano, Caminemos juntos y recordemos cada día que nuestro LINAJE ES DIVINAL y que TUERESESO:
TU ERES ETERNO y DIVINO.
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